REVERSIÓN DE FLUJO
El contrato había fallado y la empresa iba a tener un perjuicio respetable. El jefe transpiraba y tenía en los ojos un brillo extraño. Mandó llamar al funcionario responsable por el fracaso. —Esto no puede continuar así, Meléndez. Usted llega tarde, deja trabajo pendiente, me coloca en situaciones ridículas con los clientes, ahora este desastre. Es mi última advertencia. O usted se endereza o será despedido. El pobre Meléndez tenía tantas cosas para retrucarle a aquel fanfarrón, decirle “usted es un maldito explotador”, “jódase si perdió dinero”, y tantas otras, pero no podía, sólo podía bajar por la escalera repitiendo “!jódase! !jódase!” le dijo al gurí que vino a mostrarle el globo cuando salía del elevador, antes de explotarlo contra la pared y el gurí que lloraba y las personas indignadas pidiendo la policía. Así fue que el funcionario llegó a casa para un rápido almuerzo. Su mujer había tenido una distracción y el almuerzo humeaba como un campo de batalla. Ahora no podía decir “¡