LA ALEGRE FARÁNDULA DE LA ESTACIÓN
La fiesta hervía dentro del principal salón de fiestas de la villa. Los pobladores de San Juan festejaban el día de su Santo Patrón, mientras se preparaban para el plato fuerte del día: la llegada del tren que traía al único testigo del bárbaro crimen cometido en la capital. El gallego Joaquín y el gordo Barthes, los agentes designados para recibirlo, bebían café y pasaban el tiempo en una partida de truco con algunos clientes, en una mesa más apartada. El reloj de pared marcaba las cinco menos cuarto. Los dos agentes se divertían con la liberalidad de las improvisadas odaliscas, que bebían y danzaban con sus clientes ocasionales. En la pequeña buhardilla del último piso, Matt y Bowles, los dos custodias, beben cerveza y juegan a las cartas. También esperan el tren. Han amarrado a Bob Cooper a una silla. Cooper es el presunto asesino de Pedro Fagúndez, ex-marido de la empresaria Samira Bené. Joaquín se preocupaba por la integridad física y mental de Cooper, que era maltrata...