LAS TÉCNICAS REPETITIVAS Y EL LENGUAJE CORPORAL.



Un reciente post de la BBC pone en evidencia una cuestión que sólo ahora comienza a ganar notoriedad entre las modernas teorías de la comunicación y la lingüística en general. Se refiere a una pesquisa llevada a cabo por el Profesor Emérito de Psicología de la Universidad de California, Albert Mehrabian. Los datos que arroja el estudio son, por lo menos, sorprendentes. Y dicen que considerando dos personas que se comunican usando una lengua común, las palabras son responsables por 7% de la comprensión, la entonación por 38%, mientras que el restante 55% se debe al lenguaje corporal.
Me pareció ser del mayor interés referirse a un tema que las metodologías tradicionales siempre han ignorado, devotas fieles de las viejas técnicas de sala de aula donde los alumnos trabajaban con métodos acartonados y rígidos, que no guardaban relación alguna con la lengua viva. Era suficiente para el profesor que el estudiante dijera la frase de una forma neutra e inexpresiva, como si fuera una máquina. La importancia cada vez mayor de las técnicas repetitivas dejó al descubierto de una forma cada vez más tajante la inutilidad absoluta de ese tipo de enfoque. Porque una vez que alguien se empeña en imitar a un nativo, es obvio que lo primero que salta a la vista (o al oído), es que sólo va a sentirse satisfecho cuando su discurso copia lo más exactamente posible el original. Y es ahí que comienzan a cobrar realce los otros parámetros que componen cualquier transmisión de información vía lenguaje: la curva de entonación, los énfasis, las pausas, la intención psicológica que la frase implica, la carga emocional, el sentimiento, la emotividad, los gestos de las manos, la expresión facial, todo aquello que compone el lenguaje corporal, inalcanzable para las redes de la gramática, de las reglas. En mis clases exijo todo eso de mis alumnos una vez pasado el primer momento de la repetición, donde obviamente la atención se focaliza apenas en desvendar la secuencia correcta de las palabras. Les pido que sean actores, colocándose en la situación real de donde los diálogos son generados, para que el discurso se parezca más a alguien en la calle, hablando con sus amigos, que a un lector profesional grabando una conversación irreal y sin contexto dentro de un estudio. Y cuando hablo de contexto me refiero a todo lo que está implicado en una conversación natural y espontánea: la alegría o tristeza que la frase lleva consigo, la ansiedad, el placer, la duda, el miedo, todo lo positivo y negativo, todo lo que nos diferencia como seres pensantes de una máquina sin alma. Les pido que presten atención al lugar y situación en que el diálogo se desarrrolla, cuál es el motivo o los motivos de eso estar ocurriendo, el sentido indirecto que a veces llevan las palabras, es decir, la inmersión total sin dejar nada de afuera. Sólo así es posible representar (recrear) una experiencia real.
Todos saben que la misma frase puede significar cosas muy diferentes si la curva de voz sube o baja. El movimiento de una mano, un desvío rápido de los ojos y el sentido ya se movió, el destinatario del mensaje va a recibir contenidos muy diferentes. Estudios demuestran que el niño todavía dentro del útero, ya identifica estados de ánimo de las personas próximas, mismo que aún no consiga identificar palabras, sólo por acostumbrarse a los tonos de voz y a la entonación. Los lingüistas dicen que el futuro bebé ya consigue, en ese período pre-natal, identificar los modelos sonoros de la lengua.Él todavía no usa ningún idioma, en realidad él ni sabe lo que es un idioma. Por eso un bebé alemán da su primera respiración acompañada por un llanto con entonación descendente, mientras que un francés tiende instintivamente a producir un sonido ascendente, porque estos son los patrones naturales de ambas lenguas.
Ahora pienso que mis viejos profesores no tenían la menor idea de estas cosas. Ellos llegaban con el librito debajo del brazo y comenzaban a llenar el pizarrón con rasguños que eran olvidados algunos minutos después de pasar el borrador.
Cada vez más las viejas técnicas se están mostrando insuficientes para acompañar la velocidad creciente de la información en nuestro mundo moderno. Nuestros antiguos aliados como el bolígrafo y los cuadernos llenos de anotaciones desgastadas por el tiempo están dejando lugar a los grabadores de mp3 y los reproductores de video. Y aún no podemos ni imaginar los futuros cambios que vienen por el camino.

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