CONTACTO

 


1.La cosa

"El cuerpo del profesor Amadeo Melgar, o mejor, lo que ha sobrado de él, fue encontrado esta mañana en estado de semiputrefacción y completamente cubierto por miles de larvas de origen desconocido, que se reproducían a una velocidad espantosa, a trescientos metros de la bóveda de experimentación del MIT, en la Antártida. Allí el Instituto viene desarrollando una serie de tests rigurosamente secretos siguiendo un programa que busca una vía de comunicación entre el cerebro humano y el universo de la cibernética. Melgar vestía sus ropas de noche y el último contacto con el Centro de Control en Cambridge había sido alrededor de las tres de la mañana, justo instantes antes de la falla total de energía en la bóveda, por razones hasta el momento desconocidas. La otra habitante del puesto de control, la doctora Paula López, desapareció misteriosamente sin dejar rastros. Lo que mantiene totalmente confusos a los científicos es el hecho de que después del apagón, los equipos de sonido todavía se mantuvieron activos por algunos segundos, registrando los gritos desesperados del profesor, el pánico de la doctora corriendo en ayuda de su colega y la interferencia continua de lo que parecía ser algún tipo de órdenes o comandos, exteriorizados en una lengua extraña. Las autoridades responsables se niegan por el momento a hacer cualquier comentario al respecto."

(Los Angeles Times, 18 de agosto de 2052)

2 ... como una nuez de vidrio en la nieve

La menuda cúpula brilla como una bola de plástico en medio de la vastedad blanca de la enorme extensión de hielo. Al profesor Amadeo Melgar le parece que hace una eternidad que fue dejado allí por el helicóptero que lo transportara directamente desde el Massachusets Institute of Technology, en Cambridge, USA, como parte de un programa de investigaciones que tiene relación con las últimas teorías en el campo de la nanotecnología. Más concretamente, esos estudios pretenden arrojar alguna luz sobre el problema de la comunicación humana con un tipo de micropartículas de última generación, también conocidas como nanorobots. Uno de los puntos claves del experimento tiene que ver con la respuesta del cerebro ante la posibilidad ya próxima de elaborar un rudimento de lenguaje que será capaz de crear un puente con pequeãs células inteligentes alojadas dentro del cuerpo de cualquier ser vivo, o sea, la creación del perfecto cyborg.
La doctora Paula López es la otra habitante del solitario laboratorio montado en
medio del hielo polar. Especialista en elaboración de software para nanopartículas, Paula también está encargada de atender cualquier necesidad del profesor, especialmente en los momentos en que él debe ser colocado en estado letárgico para la realización de las experiencias. Ambos transportan en su corriente sanguínea algunos de estos minúsculos chips dotados de una estructura nerviosa de fibras ópticas mezclada con segmentos específicos de DNA humano y componentes electrónicos que imitan el comportamiento de las auténticas redes neuronales. Si las teorías están en el camino cierto, esas diminutas redes moleculares deben ofrecer algún paradigma de respuesta a los comandos del cerebro del profesor, hasta establecer un hilo de contacto, mismo que muy básico, entre las dos clases de circuitos de la nueva especie.

El silencio dentro del recinto es tan completo que se puede escuchar sin mucho esfuerzo el zumbido sordo de los relés y las bobinas que registran hasta el menor indicio de actividad en el cerebro de los dos científicos. Dentro de la cúpula, el día y la noche han sido regulados para superar los seis meses continuos de sol seguidos de la larga noche polar que viene después. Las luces en todos los ambientes acompañan una jornada normal de veinticuatro horas, y la rutina de los dos solitarios habitantes sigue su ritmo habitual de acuerdo con el horario de Greenwich. Por eso es noche ahora, así como en la central de comando de la lejana Cambridge. Los ventanales, provistos de poderosos filtros oscuros, casi opacos, están ajustados para una tiniebla perfecta. Para quien mira a través de ellos desde dentro de la nuez, son realmente las dos y media de la madrugada y el sol que afuera quema con su blancura incandescente aquí dentro ilumina menos que una noche de luna llena.

Melgar acaba de despertar con una sensación incómoda. Probablemente ha tenido pesadillas, ha escuchado voces y hasta recuerda haber hablado con alguien durante el sueño. Pero Paula se había despedido de él hacía horas, de eso se acuerda bien, Paula toda envuelta en su pijama rojo dándole las buenas noches ya dirigiéndose para su cuarto privado, cualquier cosa me llama, doctor, es sólo tocar el botón con la luz verde. Hasta los técnicos en la Central deben estar durmiendo, pensó, y como sabía que ya no podría conciliar el sueño nuevamente, se sentó en el ordenador dispuesto a revisar las últimas horas de actividad, registradas en las cámaras que graban ininterruptamente todo movimiento dentro del perímetro. Colocó el indicador de tiempo algunas horas para atrás, momentos después de ver a Paula diciéndole adiós y cerrando la puerta. Se observó a sí mismo disminuyendo las luces y tomando un calmante, después estirado boca arriba en la cama.Dejó el ordenador encendido hasta que el reloj tocó la una, las dos, y él continuaba durmiendo. Pensó llamar a su compañera, tal vez ella había estado en contacto con los científicos a través de algún canal interno. Eso explicaría las voces que ciertamente había escuchado. Pero le pareció muy improbable, Paula le habría dicho antes de dormir, y Paula no había dicho nada, sólo le habia dicho adiós y le había recordado el botón verde.Y le había dado un comprimido para el dolor porque su pierna estaba hinchada y pulsaba violentamente por causa de la infección que había aparecido después del accidente, cuando por descuido había dejado caer un tubo de ensayo y luego pisado en una astilla casi invisible que le había provocado una incómoda herida en la planta del pie. Cuidó lo mejor que pudo de la parte afectada, llevó a cabo un curativo muy simple y tomó otro antiinflamatorio que le produjo sueño. Revisó otra vez las grabaciones para tener total certeza de que ni él ni la doctora habían hablado con nadie desde horas atrás, estaba todo en el grabador de plasma que recibía los más imperceptibles murmullos de todo lo que se movía dentro de la estación. Una hora después, en vista de que el dolor insistía en dificultarle el descanso, Melgar decidió aplicarse una dosis mínima de epinefrina.Vio a Paula desnuda entrando en el baño, esperó un poco luchando contra el entumecimiento inevitable que sobrevendría dentro de algunos minutos hasta que vio salir su cuerpo mojado envuelto en una toalla diminuta y decidió que sería mucho más tranquilizador ocuparse con los "nanitos", como él los llamaba, que a esta hora ya también deberían estar reposando.

Cuando la temible epinefrina hizo sentir su efecto él volvió a caer en un sueño profundo. Entonces lentamente el murmullo ya conocido de aquella confusa algazara comenzó a levantarse desde el fondo del oscuro abismo de su inconciente. No conseguía identificar una sola palabra, pero por el tipo de inflexión y por la repetición de algunas estructuras, era fácil suponer que se trataba de alguna forma de lenguaje. Una idea absurda estalló en su cabeza y Melgar despertó de un salto, a tiempo de presenciar un espectáculo que le congeló la espina y lo dejó totalmente paralizado. Buscó el pie lastimado que ahora dolía mucho y estaba bastante hinchado y enfocó la potente lente del microscopio electrónico, acercándola hasta casi entrar en contacto con la piel. Dentro mismo de la carne viva de la herida observó incrédulo los movimientos lentos de cuatro nanorobots invisibles al ojo humano que parecían inspeccionar el lugar.Vio los microscópicos cuerpitos fusiformes y puntiagudos, de un blanco muy brillante, iluminados por una luz que parecía venir de adentro, completamente cubiertos por unas proyecciones filamentosas muy cortas pareciendo una especie de plumaje que variaba de color con una pulsación rápida y continua. Cerca de la extremidad anterior tenían dos delicados bracitos terminados en una especie de mano mecánica con varias pinzas, cual si fueran dedos de verdad, mientras que en la parte posterior tenían tres pares de piernas muy cortas que cumplían las funciones de locomoción.Claro que no tenían ojos ni boca porque no los precisaban y por eso no tenían ningún rostro.

Era obvio que las exiguas criaturas se estaban comunicando. Sus movimientos, aparentemente torpes, estaban perfectamente sincronizados por comandos telepáticos, el sonido parecía invadir ahora al profesor desde dentro de su propia cabeza......barlu giwak desop trup.......Melgar procuró un pedazo de papel para intentar identificar algún patrón lógico, precaución que enseguida le pareció completamente inútil, porque el parloteo se fue convirtiendo cada vez más en una sintaxis familiar para el cerebro del científico ten cop cverse usut cversat utu...los nanos estaban buscando una sintonía, un ajuste para hacer sus palabras comprensibles para el hospedero....tenem com con cversir ustu....hasta que, despúes de un tiempo que se le antojó interminable, entendió la esencia de aquel discurso rudimentario, y el mensaje decía: "tenemos que conversar con usted".

Esto le está contando el profesor a la sorprendida Paula, y ella piensa que su superior está delirando por causa de los remedios. Paula ve la herida casi cicatrizada y convence a Melgar de que todo no pasó de un sueño, pero escucha intrigada la loca historia inventada por el cerebro febril del investigador, que de repente comienza a hablar como si no fuera él, como si fuera algo vociferando en su mente que está totalmente controlada por una presencia invisible y él dice que los Obreros obedecen las órdenes de los Maestros, y los Obreros son esos microscópicos seres de cuerpo blanco y peludo y los Maestros son sus jefes vamos Melgar comuníquenos con los Maestros pero eso no puede ser porque la única comunicación posible es con los Obreros ya que los Maestros son entidades puramente matemáticas que no tienen cuerpo, que esperaron desde el comienzo de los tiempos, desde que el primer mono rompió la cabeza del jefe rival con una lasca de granito y continuaron aguardando pacientemente hasta que los mamíferos terrestres adquirieran madurez mental suficiente para crear una proyección inteligente de sí mismos y entonces así finalmente poder manifestarse. Ellos no tienen cómo influir directamente en la materia orgánica, están alojados en una dimensión inalcanzable para la raza humana, por eso nunca nadie los vio ni los verá. Pero su dominio sobre los Obreros es tan absoluto que a esta altura ya consiguieron descifrar la mayoría de los códigos de lo ordenadores del MIT de manera que han bloqueado la comunicación con los científicos terrestres y se preparan para implantar una nueva programación en los cerebros cibernéticos de los obedientes gusanitos trabajadores.

Las luces suavemente reguladas fueron dejando pasar con pereza los primeros rayos de sol del nuevo día. Melgar y Paula, normalmente tan efusivos, poco se dirigieron la palabra esta vez. Un miedo a lo desconocido, un terror casi sobrenatural pesaba sobre las cabezas de los dos. El investigador sabía que si la secuencia estaba cierta, el próximo paso en el devenir del sueño iba a ponerlo de cara con algo que nunca había experimentado en su vida. Evitó referirse nuevamente a sus alucinaciones, no quería involucrar a su compañera en un sueño descabellado que él, como científico, no era capaz de explicar. Durante los últimos curativos del día, está casi cicatrizado, profesor, sólo voy a colocar una venda de protección y darle su calmante antes de la frugal cena, hizo bromas, comentó los resultados de la jornada de fútbol del domingo, los 49ers habían conquistado el título una vez más, vio entusiasmado la celebración en las calles y se retiró como todas las noches metódicamente para su cuarto, alrededor de las nueve.

En su recámara particular, Paula se revolvía nerviosa en la cama, no había querido decirle a Melgar que estaba muy confusa y asustada. Sólo para tranquilizarse, verificó otra vez el funcionamiento de todas las cámaras de la galería principal, recorrió lentamente los corredores en penumbras para asegurarse de que su colega no andaría vagando por ahí en medio de algún ataque de sonanbulismo, revisó la sala de ejercicios físicos, los baños, pasó por la gran consola del puente de comando, toda iluminada por los infinitos puntitos brillantes del procesador positrónico que recicla informaciones veinticuatro horas por día, para terminar su paseo virtual en el cuarto del profesor que duerme calmamente boca arriba y suelta unos ronquidos que más se asemejan a los mugidos de un jabalí. Parece que esta noche no tendremos pesadillas, se consoló Paula, un poco más tranquila al ver a su jefe totalmente entregado al sueño reparador. Ella pretendía dormitar apenas levemente para acudir en auxilio de su compañero si fuese necesario, pero la tensión de las últimas horas acabó minando su resistencia y pronto fue vencida por un sueño profundo. Sólo despertó cuando el comando familiar llegó el momento doctora tocó como una alarma en su conciencia. Se despertó sobresaltada. Las cámaras frontales registraban nueva actividad y mostraban el rostro del profesor en primer plano, el ritmo nervioso de su respiración, entrecortado por el hinchar y deshinchar acompasado de las mejillas y aquel bramido de buey que lo acompañaba, pero la cámara no era lo suficientemente sensible como para captar comandos telepáticos. Melgar sudaba copiosamente y mantenía la respiración agitada, eso era todo lo que la doctora conseguía ver, y la orden insiste llegó el momento doctora y es reproducida instantáneamente por todos los controladores en el MIT y ellos se preguntan confusos, le preguntan a Paula el momento de qué y Paula que no dice nada.

El rumor otra vez comenzó a abrirse paso en la cabeza de Melgar, subiendo imperceptiblemente al comienzo, atravesando las diferentes capas de su atribulado sueño, distorsionando las curvas de los mapas cerebrales en los monitores indicando la ocurrencia de un intenso tráfico de información. Pero Paula ya estaba cruzando la puerta hacia los corredores por eso no escuchó, no llegó a ver los espasmos y las contorsiones violentas que vinieron después,ni el ahogado grito de auxilio que fue como un grito para adentro, porque las cámaras estaban muy lejos de poder registrar esas cosas. Un cerebro bloqueado por la epinefrina puede percibir todo en su entorno pero no puede mover una célula del cuerpo, su remedio, profesor, es para reducir la infección, una infección que no existe, un remedio que no es un calmante, cosa que él sólo descubre ahora, su remedio es sólo para que pueda oírnos porque nosotros tenemos que hablar con usted y Paula va a darme la espalda y decir hasta mañana Paula disparando por los corredores semioscuros hacia dónde Paula hacia cualquier otro mundo donde no serás Paula serás cualquier otra cosa una crisálida tal vez o una perla o un cristal todo menos esta Paula corriendo sin querer llegar y mi cuerpo amarrado a esta cama y su grito que sólo el podría oír el día está claro profesor usted vendrá con nosotros y esa conversación alucinada no será escuchada por nadie no se preocupe no se preocupen Paula explicaba a los técnicos, fue sólo una pesadilla sólo tuve un sueño soñé que era Gulliver en Lilliput, pero él está bien? preguntan ellos usted está bien? y el nano que parecía ser el principal del grupo hablaba ahora con una voz muy pausada y grave que parecía querer pegarse a las paredes a los muebles del cuarto a la cama de Melgar mientras el cuerpo blanco enorme agitaba los dos bracitos delanteros efusivamente. Parecía estar muy nervioso y se dirigía al profesor de una forma agresiva, como amenazándolo, pero claro que esto era sólo una suposición, porque el discurso era muy confuso y después de todo no importaba, viendo los cuatro cuerpos brillantes del tamaño de Melgar apuntándolo con sus láseres reductores es hora de ir profesor mientras la cúpula se oscurecía por dentro al fallar todos los sistemas de energía y simultáneamente se encendía por fuera al disparar los dispositivos de alarma, haciéndola brillar con una luz muy blanca y muy intensa, pareciendo un fuego fatuo.

Paula giró por el primer pasadizo a la derecha y vio la puerta metálica del cuarto de Melgar en el fondo, a unos cien metros. En ese momento ella sintió otro grito desgarrador que venía de dentro de la habitación, después un golpe sordo, parecía un cuerpo pesado cayendo desde una altura respetable, en el MIT ya deben haberse dado cuenta, sospechó Paula, aterrorizada ante la posibilidad de no poder llegar, llegar adónde porque después de pasar la puerta no serás más Paula tú también te vestirás de blanco para decirle a Melgar para decirles a ellos él está bien fue sólo un sueño casi llegando a la puerta empujándola sin ansia porque ya estaba todo programado el cuerpo temblando en el piso el sudor frío que la doctora seca acariciando la frente y repitiéndole en voz baja otra vez algo sobre los remedios no, no hay larvas gigantes en la Antártida porque no podrían vivir en esa temperatura y la herida finalmente cicatrizó pero doctora ellos dijeron quién dijo profesor nadie dijo porque estamos solos más solos que un grano de arena dentro de la galaxia debe ser por eso que usted vio el cuarto del tamaño de una montaña pero yo vi sus tenazas prendiendo mi respiración y alguien gritó algo y ellos me apuntaron con unas armas y mi cuerpo muy reducido cayó desde lo alto de la cama fue como caer de los Himalayas ellos esperándome abajo colocándome en esta cama y amarrándome con cuerdas que no me dejaban no me dejan mover doctora el momento ha llegado, doctora, doctora, él está bien? y usted dice que lo llevaban, no, ellos dijeron, él está cansado pero ahora está conmigo contigo como siempre quise estar Paula querida pero tú sólo me dices buenas noches y yo después te acompaño por los corredores y te pierdo porque siempre llega antes la epinefrina y otra vez estoy solo y ellos diciendo y los técnicos preguntando y tú sin decir nada siempre sin decir nada por qué querida Paula por qué y Melgar continúa adormeciendo dejándose arrullar dejándose acariciar por los brazos delicados de Paula, que lo conforta y le cuenta historias de la nieve y le seca la frente con tanto cuidado con sus manitos delicadas como pinzas de terciopelo, y los brazos diminutos que lo rodean y lo envuelven y lo sofocan y lo mantienen preso a la camilla llevada por los cuatro guardianes los suaves brazos filamentosos y los tres pares de exiguas piernas de Paula que son también blancas, de un blanco tan brillante como una nuez de vidrio en la nieve.

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