LOS ORÍGENES DEL IDIOMA CASTELLANO Y LAS LENGUAS ROMANCES
Rastrear los orígenes de una
lengua es una tarea de las más arduas, si no imposible, cuando nos enfrentamos
con la ausencia de registros materiales dejados por los pueblos que la
utilizaban. En el caso de la lengua española (o castellano) no es diferente.
Los historiadores afirman que la península ibérica ya albergaba poblaciones
autóctonas entre 800.000 y un millón de años atrás, en el llamado Paleolítico
Inferior. Técnicamente es el llamado período de los pueblos ágrafos peninsulares. A ese período corresponden las
pinturas rupestres de Altamira, Albarracín, Cogul y La Valltorta.
Cráneo de la Sima de los Huesos (Atapuerca)-Paleolítico inferior
El carácter peninsular
explica una historia condicionada por el mar, a través del cual han llegado y
han partido influencias e intercambios culturales, enriquecidos por la doble
influencia atlántica y mediterránea. Su aislamiento respecto al resto de
Europa, causado por la frontera natural de los Pirineos, ha contribuido en
ocasiones a originar una relativa diferenciación entre la evolución de la
península ibérica y la de los demás espacios continentales. Su situación
geográfica ha servido de puente para unir Europa y África, formando un nexo de
interconexión entre los factores histórico-culturales surgidos en ambos continentes.
De ese lejano pasado sólo
tenemos hoy algunos restos de reliquias arqueológicas (herramientas, utensilios
de caza, objetos religiosos u ornamentales,etc) que poco o nada nos dicen con
relación a las culturas por detrás de esas evidencias. Los responsables por ese
legado eran supuestamente pequeños grupos de cazadores-recolectores
pertenecientes a una variedad del Homo Erectus.
Bisonte de la cueva de Altamira-Cantabria, España.Paleolítico Superior
(entre 35.000 y 8.000 años ac)
Sólo hacia el siglo VIII ac
podemos rastrear con cierta confianza algunas de las comunidades presentes en
la península Ibérica, y mismo así es un tiempo muy remoto como para tener total
certeza a respecto de qué pueblos serían esos, sus orígenes étnicos, su cultura
y por supuesto, la lengua que hablaban.Es de esa época que datan los primeros
registros escritos, hallados principalmente en litografías, papiros, tablas de
arcilla. Es todo lo que tenemos.
Mismo si situamos nuestro
punto de partida en ese pasado relativamente reciente, tenemos que aceptar que
nos defrontamos con la enorme tarea de querer estudiar lo que no existía. No existía
la lengua española,ni como lengua en sí ni como categoría lingüística. No
existían las nacionalidades . Incluso en las primeras ediciones del diccionario
de la Real Academia Española, (siglo XVIII) el término “nacionalidad” era una
palabra que expresaba solamente la pertenencia a un Estado (propiamente no
podemos decir que existía España como país).
La península, enclavada
entre el océano Atlántico y el mar Mediterráneo, es un obvio foco de atracción
para los pueblos navegantes de las inmediaciones, principalmente fenicios,
griegos y cartagineses, donde practicaban el comercio y como consecuencia
promovían los primeros intercambios culturales.
Esas primeras oleadas
colonizadoras se limitaron a pequeños asentamientos, escasos y breves. Tanto
los fenicios como los griegos parecen haber dado mucha mayor importancia al
comercio y el control de las riquezas minerales en beneficio de sus respectivas
metrópolis que a establecerese de una forma permanente en la península.
¿Qué es lo que ellos
encontraron al llegar a tierra? Aquí poseemos por lo menos alguna documentación
rudimentaria que nos coloca frente a los pueblos Íberos, Celtas, Celtíberos,
Tartesios entre otros menos notorios. Esos pueblos no hablaban nada parecido a
nuestro español, a lo que todo indica. Esas lenguas y algunas otras, hoy
extintas, forman las llamadas lenguas de
sustrato, que en realidad eran diferentes dialectos regionales existentes
previo a la llegada de los romanos. Estamos todavía alrededor de los siglos VI-V
ac.
Las lenguas de sustrato en la península alrededor de los siglos VI a V ac
Los Celtas (
herederos culturales de las oleadas centroeuropeas) eran un conjunto de varias etnias o pueblos que formaban unidades
geopolíticas independientes en el centro y noroeste peninsular. Los Íberos, que ocupaban la parte sur y
este, flanqueando el Mediterráneo, no eran indoeuropeos. Tenían una lengua propia, aún sin descifrar.
Celtas e Íberos antes de la llegada de los romanos
Cuando en el siglo III
ac el imperio romano domina toda el área vecina al Mediterráneo, incluyendo la
península e impone el latín como lengua homogeneizante (pero no el latín culto que era hablado por los
eruditos y los estudiosos, sino el llamado latín
vulgar traído por los colonizadores y hablado por el pueblo) esas etnias
autóctonas (sustratos lingüísticos) dejan
huellas profundas en el latín de las diferentes partes del imperio,
generando la diferenciación entre las lenguas romances: italiano, francés,franco provenzal, rumano,
portugués, catalán, sardo (hoy
extinguido) y el castellano en la
región de Castilla, en la meseta central. El castellano, junto con las otras lenguas
romances,forma parte del gran tronco Indoeuropeo, del cual se derivan en otras
partes de Europa otros sub-grupos muy importantes como el germánico (inglés,
alemán) y el eslavo (ruso, polaco, croata,búlgaro, ucraniano dentro de un
enorme abanico de unas cuarenta lenguas).
Mientras tanto, en otros
rincones de la península se iban afirmando dialectos como el vasco en el noroeste, el gallego y galaico-portugués en la región Atlántica y, hacia el norte, el asturiano, el aragonés, el valenciano,
el murciano y el andaluz.
Las lenguas romances
A partir de la entrada en la
era cristiana el imperio romano va a entrar en una fase de declinación hasta
desintegrarse, debido en parte a las invasiones germánicas. Los visigodos
sustituyeron el dominio romano y reinaron desde 418 dc hasta 711. Pero tras
unificar la mayor parte del terrritorio peninsular, a fines del siglo VI dc el
rey Leovigildo sólo consiguió proclamarse monarca de “Gallaecia, Hispania y
Narbonensis”.
Esa idea de una única
entidad «hispana» pervivió en la mitología e imaginario de los escasos núcleos
donde la invasión árabe no consiguió penetrar. Pocos años después de la batalla
de Guadalete, en 711, nada quedaba del Reino Visigodo, y los árabes se
establecieron en el sur de la península. Los siglos posteriores nos muestran un
terrritorio dividido entre los reinos cristianos (Portugal,Castilla,Aragón y
Navarra) que sobreviven hasta el siglo XV, con la constante y amenazadora
presencia musulmana en el sur. Pero algo muy importante ocurre durante ese
período. Debido principalmente a su privilegiada situación geográfica, Castilla
comienza a ganar preponderancia sobre los otros reinos. En el siglo XIII,
Toledo se convierte en el centro geográfico y cultural del reino de Castilla y
Alfonso X, El Sabio, le otorga principal importancia al dialecto de la región,
una particularidad del castellano medieval, que se convierte así en el modelo
lingüístico del castellano moderno.
Los Reyes Católicos, Isabel
I de Castilla y Fernando II de Aragón unifican Castilla y Aragón en 1469. En
1492 consiguen expulsar a los árabes. Ese hecho, junto al descubrimiento de
América en el mismo año, es considerado el origen de la España moderna. La
ortografía y la gramática son unificadas. El castellano se transforman en
idioma oficial y se extiende por todo el país excepto el reino de Portugal, que
poco más tarde se declara reino independiente. Con la llegada de los Borbones,
Felipe V (1700) se consolida al frente del Reino de España. La idea de España
como nación se atribuye a la constitución de Cádiz de 1812, una afirmación
todavía discutible.
A pesar de que la familia de
las lenguas romances es originaria de Europa, por la combinación de especiales
circunstancias históricas acabó extendiéndose a otras partes del planeta. En
ciertos países (marcados en anaranjado en el mapa encima) son lenguas
oficiales. En otros (de amarillo) son habladas por un sector de la población.
Se calcula que existen unos
800 millones de hablantes nativos de lenguas romances en el planeta. El español
es el más hablado (410 millones). Luego vienen el portugués (216 millones), el
francés (75 millones), el italiano (60 millones) y el rumano (25 millones). El
catalán, prácticamente recluído a Cataluña, es hablado por menos de 10 millones
de nativos.
Comúnmente se admite que el
nombre España viene del latín Hispania,el nombre que los romanos pusieron a la
península Ibérica (como era denominada por los griegos), pero la cuestión no es
tan simple como parece. A lo largo de la historia, diversos Estados y multitud
de pueblos asentaron en la península Ibérica sus instituciones políticas. Dado
que algunos desaparecieron y otros evolucionaron, no existe consenso a la hora
de fijar en qué momento se puede situar el origen o fundación de España como
país (Nación o Estado) hasta el punto de que incluso algunos historiadores insinúan
la posibilidad de que tal momento no se puede fijar con exactitud, por entender
que España es el fruto de un proceso evolutivo incesante. La idea de las
nacionalidades en Europa es un problema escabroso, difícil de precisar. La
formación de los estados nacionales europeos modernos comenzó con la Revolución
Francesa (XVIII) y se consolidó en el siglo XIX. Hasta la mitad del siglo XIX
el liberalismo europeo trajo de la mano la idea del nacionalismo, que la
burguesía valorizó como una forma de mantener su posición política y económica.
Así acabó ocurriendo una afirmación de las entidades nacionales, que va a dar
lugar a la idea de los países como unidades independientes.
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